¡Hola!
Voy a ir retomando un poco la actividad en la web. Había pensado escribir esto como un Diario de un mundo, pero me ha parecido que quizá pueda ser interesante hacer esta reflexión como algo por separado. En cualquier caso, si me diera por hacer más reflexiones, las englobaré dentro de esta nueva categoría. Pero… ¿cuál ha sido la reflexión que me ha llevado a ponerme a escribir estas líneas?
Pues bien, mi reflexión versa sobre los límites y objetivos autoimpuestos a la hora de crear un mundo. Probablemente en la definición de ambos márgenes estriba la mayor dificultad para quien se introduce en la magnánima tarea de crear un mundo, un universo, un trasfondo, o como queráis llamarlo.
Lo primero que creo que hay tener en cuenta es que crear un mundo por completo es algo infinito. Una parte sustancial de creadores, entre los que me incluyo, adolecemos de querer contarlo todo, de diseñar hasta el detalle más nimio. Bien, pues mi reflexión inicial es que, por desgracia para nosotros (y me sitúo el primero), es imposible. Incluso aunque el marco temporal y el espacio geográfico fueran limitados, siempre es posible llegar más allá. Mi paralelismo es la propia historia: podemos estudiarla, tratar de reconstruirla, pero jamás llegaremos a ver la imagen completa tal y como era.
Entonces… ¿dónde parar si no queremos perdernos en ese océano inabarcable? Creo que la cuestión tiene que ver con los objetivos que tenemos a la hora de crear ese mundo. No es lo mismo que esté pensado para ambientar un videojuego, partidas de rol, una novela ligera, un cómic, una película/serie, una novela o saga extensa… o si lo hacemos por pura afición. En cualquiera de los casos, debemos determinar qué información necesitamos para satisfacer nuestro objetivo. Y lo que es más importante, definir cuándo vamos a considerar que el objetivo está cumplido.
Esto último es más difícil de lo que parece, y esta segunda reflexión entronca con la primera. Un mundo puede ser sencillo y ligero, con poca profundidad, y ser plenamente funcional para ambientar, por ejemplo, una novela o un videojuego. Sin embargo, es obvio que, a mayor profundidad, mayor sensación de vida y mejor capacidad de inmersión. No es lo mismo encontrar la espada del Rey Tadeo… y ya, que encontrar la espada del Rey Tadeo y escuchar la leyenda de cómo mató con ella a una quimera enloquecida que vagaba por sus bosques matando a los venados reales; o saber quiénes fueron sus padres, sus abuelos, sus hijos, etc. Todas las opciones son funcionales, y no creo que haya una respuesta correcta a cuál es mejor, pero sí pienso que es importante que nosotros determinemos con cuál nos sentiremos satisfechos.
En definitiva, la creación de un mundo, universo o ambientación es como una bola de arcilla a la que vamos añadiéndole capas. Cada capa hace a la obra más compleja (que no mejor, ni peor). ¿Cuál sería entonces mi reflexión última, quizá el consejo que yo mismo debería aplicarme? Pues eso mismo: tener claro el objetivo final, y plantearse cuál es el límite para llegar hasta él. En caso contrario, se corre el riesgo de que pase lo que me pasa a mí, que se termine uno perdiendo en un pozo de datos y capas sin fin y que la consecución del objetivo (en mi caso la escritura y publicación de novelas basadas en ese mundo) se diluya en el tiempo.
Eso sí, como matiz adicional, una cuestión que creo que debe ser importante es la uniformidad. Si decidimos que vamos a detenernos en una capa determinada, esta debería completarse. Quizá sea algo personal, pero suele no gustarme demasiado cuando leo sobre mundos que aportan una cantidad ingente de detalles acerca de un pueblo concreto, pero que, sin explicación (me refiero a que, si queremos por ejemplo dejar detalles en el aire sobre una cultura y darle un aire misterioso o arcaico, debemos explicar por qué no tenemos ese detalle: ¿sufrió un cataclismo? ¿Una invasión que borró cualquier rastro de su pasado salvo un puñado de ruinas semienterradas?), el vecino está apenas esbozado. Eso, creo y repito que puede ser más una preferencia mía, me parece que puede ser perjudicial para el resultado final.
Espero que os haya parecido interesante esta reflexión. Al final me he extendido más de lo previsto, pero bueno, es lo que tiene plasmar divagaciones por escrito.
Un saludo.
J. R. Kenja
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