Diario de un mundo 13 – Otoño 2025

¡Hola! Las hojas enrojecen y caen de los árboles, el viento se levanta frío y arrecia en las mañanas brumosas, y el sol se oculta antes, como si temiera la oscuridad que se avecina. Estamos en otoño, quedan días para Halloween y el ambiente tenebroso lo impregna todo.

Toca actualizar el progreso en la escritura de los últimos meses. Debo reconocer que (para sorpresa de nadie), he estado demasiado ocupado con el trabajo y con tareas que requieren mi atención y mi prioridad. Por desgracia, la docencia e investigación en etapas como en la que me encuentro yo ahora mismo son muy ondulantes, exigen mucha dedicación continua y un no parar de cosas nuevas que surgen, otras que se quedan a medias, y otras pocas que llegan a puerto. Este vaivén continuo provoca inseguridad, temores y sensación evidente de falta de estabilidad, lo que no ayuda, para nada, a la motivación y la escritura.

En cualquier caso, no he estado ocioso y, por suerte, he podido sacar tiempo para darle a las teclas, al menos en la medida de lo posible.

Terminé el pasado a limpio de las genealogías, que fue una tarea ardua y pesada que me ha ayudado bastante a clarificar algunas cuestiones, y me he dedicado especialmente a trabajar en la Historia de la IV Era. Llevo aproximadamente 90 de los 600 años que supone este periodo, lo cuál en realidad no es un buen indicio, ya que, evidentemente, hay veces que te encuentras con periodos muy intensos y que exigen mucha dedicación, y otros más relajados en los que pasan pocas cosas. Sea como sea, está claro que, a dos meses vista del final del año, el objetivo de concluir la IV Era es poco menos que utópico, dada la previsión de trabajo que también tengo por delante.

En cualquier caso, estoy contento con el avance y con cómo está quedando. Ya comenté que a partir de esta etapa la información que tengo de borradores previos se difumina. Tengo una versión que tiene ya bastantes años, de la cual sólo he rescatado algunos hitos históricos que me gustaría que siguieran ocurriendo de forma similar, pero necesito encajarlos bien y eso lleva tiempo. Y, por supuesto, el mundo es mucho más complejo ahora, y eso hace que cada avance temporal lleve bastante más de lo que parece. Mi forma de trabajar se centra en seguir el desarrollo histórico de manera estrictamente cronológica, lo que significa que, antes de pasar de año (o en un margen de pocos años), necesito «actualizar» la historia de cada país, y no puedo desarrollar una hasta el final sin trabajar en las otras. Esto ayuda, por ejemplo, a que los hechos históricos se entrelacen y tengan consecuencias externas y visibles que, de otro modo, quizá no se habrían dado.

He añadido algunas escenas interesantes en el núcleo de La Reina Escarlata, surgidas a raíz de reflexionar sobre ciertos personajes y también sobre algún elemento cultural. No quiero darle ya muchas vueltas más. El último lector beta me está pasando sus últimas impresiones, pero en cuanto termine y mi carga de trabajo se reduzca un poco (para diciembre), creo que empezaré a organizar la publicación, tome la decisión que tome al respecto.

Y poco más. Otoño siempre es una mala época en cuanto a trabajo, y este año además está siendo especialmente rara e inestable. Supongo que lo arrastro desde hace ya una temporada, y eso me hace estar más susceptible a este tipo de cuestiones.

Nos vemos (os escribo) en invierno.

Un saludo.

J. R. Kenja


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *